13 feb 2012

Accidentes

El fugitivo no tiene tan poco que ver conmigo. No dejo de huir. Llevo mucho, demasiado tiempo huyendo de ti y de tus brazos cargados de felicidad y redención.
Dejándome barba y con mi ropa sucia y gastada
recuerdo el momento en que aún era parte activa en Nosotros, con mi voz y,
sobre todo, con mi voto.
Inocente, dejé paso a la amargura sin quererlo, dejándome la puerta abierta con un descuido, a la postre, imperdonable.
La suciedad monopoliza un estado de ánimo perturbado por la sensación de pérdida que, industrialmente, se multiplica.
No sé cómo terminaré el cuadro. Tengo varias opciones en la paleta aunque un sólo color, el gris más vulgar. Las cenizas de mi edificio vital se resquebrajan y se consumen lenta e inexorablemente.
Y, sin quererlo, me sorprendo sonriendo.
Confiado.

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